Mano Prensil

Resultado de imagen de mano humano y chimpance

Mano de humano (a) y de chimpancé (b). Capacidad de realizar la pinza de precisión.


El origen físico de los dedos de las manos y de las patas de los mamíferos, según un equipo de   científico de la     Universidad de Ginebra,    creen que son huesos nuevos que fueron inventados por los tetrápodos y no proceden de los peces, como se creía anteriormente.  Lo    que hizo     humana    la    mano    fue   el      ser el     instrumento y prolongación   de un     cerebro inteligente,  por ello su función está en plena relación y diálogo con el cerebro. El cerebro (órgano   específico  de   la inteligencia), necesita   llevar a cabo    sus planes    de    órganos mediadores, siendo uno de ellos la mano y   contribuyó a la transformación de la cabeza y la cara en los humanos.


Nuestra mano es muy diferente a la de los chimpancés en lo que respecta a la longitud de los dedos y la orientación y  la longitud del dedo pulgar. Las características de las manos de los chimpancés tienen dedos largos  y curvados con un pulgar corto, que les permite agarrarse con facilidad a las ramas de los árboles.  Cuando cogen un objeto lo sujetan con fuerza utilizando todos los dedos excepto el pulgar. Los chimpancés tienen desarrollada una pinza de presión y los humanos tenemos desarrollado una pinza de precisión, implicando a los dedos índices y el pulgar. El pulgar humano ha aumentado su longitud y ha cambiado la orientación para oponerse a los demás dedos, que se han acortado en consonancia con la capacidad para sujetar objetos con precisión más que con fuerza. La musculatura que mueve el dedo pulgar está más desarrollada que en los chimpancés y tenemos mayor sensibilidad en las yemas de los dedos gracias a las terminaciones nerviosas que nos permiten manipular los objetos con gran precisión.


Entre 2,5-2 millones de años las nuevas condiciones climáticas y ecológicas en África ayudaron al salto evolutivo que se produjo gracias al aumento del tamaño del cerebro, con una mano preparada para manipular objetos con precisión, la posibilidad de comer una mayor cantidad de carne y grasa animal, y la suficiente habilidad e inteligencia para fabricar útiles sencillos, que solo podían ser realizados con una mano capacitada con elementos anatómicos como la pinza de precisión entre los dedos índices y pulgar.  Con el inicio de la bipedestación comenzó la progresiva transformación de la mano, que pasa de ser el pie delantero (pese a que nunca tuvo la forma de un pie, ya que estaba adaptada a la función de agarrarse a las ramas de los árboles) a un instrumento que maneja a la perfección toda clase de objetos y herramientas.  Junto a la mano, el conjunto del brazo también experimenta variaciones como la longitud, que  se van acortando comparativamente con las piernas, puesto que no son empleados para andar sino para manejar los objetos y las herramientas. Los simios  poseen las piernas más cortas y los brazos más largos, lo que les permite el modo de andar típico que todos conocemos, apoyándose en el suelo con los nudillos de las manos.


Posiblemente el primer uso de las manos fue la manipulación de semillas, raíces y otros tipos de alimentos. Es posible que esta especialización de la mano se pudo haber dado ya entre los australopitecos  ardipethecos, desde el momento del origen de la bipedestación. La utilización de la mano para la manipulación de objetos pequeños, requería gran precisión, capaz de realizar más movimientos y operaciones, que no supera ni la más precisa herramienta mecánica que después ha ido construyendo el ser humano. El avance de la inteligencia y el crecimiento del cerebro se han ido configurando en relación y diálogo con la realidad material, a través de la mano y del resto del cuerpo, como mediadores. La consecuencia del perfeccionamiento es que la mano, guiada por el cerebro, ha rebasado sus posibilidades a través de las herramientas. La técnica humana, tan sofisticada en la actualidad es una prolongación de la materialización del cerebro como de la mano.


Bibliografía empleada:

  • Bermúdez de Castro, José María: La evolución del talento. Cómo nuestros orígenes determinan nuestro presente. Debate. Barcelona. 2010.
  • Beorlegui, Carlos: La singularidad de la especie humana. De la hominización a la humanización. Deusto. Bilbao. 2011.

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