La propiocepción, un sistema de protección del cuerpo

Que tal Bodyminders, este mes del año les hablaremos un poco sobre la propiocepción. Lo que es, como funciona y en que situaciones trabaja dicho sistema.

¿A qué llamamos propiocepción?

La propiocepción es la capacidad que nuestro cuerpo tiene de evaluar en qué posición o movimiento se encuentra el cuerpo en el espacio, y un segmento corporal con respecto al otro. Puede darse de manera consciente o inconsciente.

De manera inconsciente funciona como un sistema de protección, dicho sistema tiene la capacidad de redireccionar algún gesto o movimiento en donde se puede ver en riesgo la integridad del cuerpo para así poder evitar una lesión, y en caso de que exista, sea lo menos agresiva posible para este. 

 

¿Cuáles son los sistemas que permiten este funcionamiento?

Posee tres componentes principales que nos permiten desarrollar esta función correctamente.

1- El sistema visual: formado por el ojo, el nervio óptico y las conexiones que  se establecen en el sistema nervioso central. Los músculos de nuestros ojos están conectados a través de terminaciones nerviosas con los músculos suboccipitales y con nuestro oído interno; de modo que se genera una retroalimentación entre estas estructuras para que nuestro sistema nervioso determine en qué posición se encuentra nuestra cabeza, a fines de movernos correctamente en el espacio.

2- El sistema vestibular: formado por el órgano vestibular, el cual se encuentra alojado en el oído interno y posee tres canales que corresponden a los tres planos de movimiento en los que nuestra cabeza puede moverse en el espacio.

Entre las funciones de este sistema se encuentran: orientación y seguridad, postura y equilibrio, campo visual estable, coordinación de movimientos y estado de alerta.

Además, este sistema es el responsable de generar respuestas posturales automáticas y numerosos reflejos oculomotores. En otras palabras, ayuda a realizar ajustes en nuestro cuerpo sin que lo notemos, a un nivel inconsciente.

3-El sistema somato-sensorial: formado por receptores que se encuentran en músculos, tendones, ligamentos y nuestro órgano más extenso, la piel. Es probablemente el que nos suene más familiar  y lo más claro para trabajar, aunque no lo único.

Estos tres sistemas trabajando en conjunto dan lugar a lo que llamamos integración sensorial, la cual constituye la habilidad del sistema nervioso central (SNC), para recibir, procesar y organizar los estímulos del medio externo y traducirlos en una respuesta adaptativa. 

Dicho en otras palabras, de estos sistemas depende la interacción de nuestro cuerpo con sí mismo y con el entorno, nada más ni nada menos que nuestra manera de relacionarnos con el mundo.

El sistema propioceptivo cuando se comporta como sistema de protección, involucra otras estructuras: 

Sistema nervioso autónomo: las estructuras que entran en función de dicho sistema, son fibras aferentes A beta encargadas de transmitir esta información hasta médula espinal, pasando antes por ganglio de la raíz posterior antes de llegar a un intercambio de información ya dentro de médula espinal, propiamente en las láminas de redex. Al ser una tarea no consciente, esta información no sube hasta corteza, quedándose algunos niveles abajo en donde se procesa la información a nivel de tronco encefálico y en donde se manda una señal eferente para activar las estructuras necesarias para proteger al cuerpo de algún tipo de lesión.  

Sistema músculo esquelético: Es el encargado de generar dichas “redirecciones de movimiento” cuando baja información para que se active de forma adecuada y evitar una lesión. La contracción involuntaria de la musculatura que se encuentra alrededor de la zona en riesgo ante una lesión, es la encargada de dar esta “protección” a dicha zona activándose para poder regresar estructuras que están saliendo más allá de su zona neutra, es decir, que entren o vayan más allá de una zona plástica o de ruptura.

Receptores sensitivos: Estos receptores son los encargados de mantener informado a nuestro cuerpo ante situaciones de riesgo posible. En el músculo se encuentran unos que son llamados husos musculares, encargados de una contracción rápida e involuntaria cuando detectan que el músculo se elonga más allá de su capacidad de viscoelasticidad. 

En los tendones se encuentran otros receptores llamados órganos tendinosos de golgi, que son los encargados de informar que tanta   tensión dentro de una contracción concéntrica existe en la musculatura, y cuando rebasa las capacidades anatómicas de nuestro cuerpo, ocasiona que se relaje la musculatura implicada para evitar una lesión. 

Por último, están los receptores que se encuentran en los ligamentos,  estos se encargan de detectar la posición en la que se encuentran las articulaciones dentro del espacio y mandar información cuando una articulación sale fuera de su posición anatómica en donde es estable o tiene un movimiento de rango de movimiento “normal”. Estos al entrar en tensión ante una elongación causada por algún movimiento en donde alguna fuerza externa o interna genera que una articulación vaya más allá de su rango de movimiento “normal”, hace que manden información aferente a estructuras superiores para que descienda información eferente que mande la orden de activar algún grupo muscular y reposicione dicha articulación. 

   

¿Por qué nos interesa?

Ahora que sabemos qué significa la propiocepción, podemos pensar en qué momento la utilizamos, y la respuesta, si entendisteis bien ya la sabéis, ¡todo el tiempo!.

Pensemos por ejemplo en la actividad de caminar. Al mover nuestras piernas hacia adelante alternadamente, las articulaciones de nuestro miembro inferior están enviando información al cerebro acerca de dónde está cada pierna (y cada parte de la pierna) en el espacio, qué pierna se encuentra adelante, si se encuentra en el aire o apoyada, etc. Todo esto podemos saberlo sin necesidad de estar mirando hacia abajo, sería un poco peligroso y tendría poco sentido que tuviéramos la capacidad de andar hacia adelante sin que fuera una actividad segura.

Supongamos que llegamos a una esquina y miramos a ambos lados antes de cruzar la calle, aquí estamos utilizando nuestro sistema vestibular para poder mover nuestra cabeza independientemente de nuestro cuerpo, sin perder el equilibrio y el balance corporal. Además, cuando andamos, nuestro sistema vestibular es uno de los encargados de poder mantener el balance a pesar del movimiento de nuestros miembros inferiores y del traslado de nuestro centro de gravedad.

Por último, la visión es el sentido del cual nos sentimos más dependientes, ya que puede darnos información de casi todo lo dicho anteriormente, al ser una de las principales entradas de estímulos a nuestro sistema nervioso central. Os animamos a cerrar los ojos en situaciones cotidianas, que no nos impliquen un riesgo, para experimentar cómo aumenta la autopercepción de nuestro cuerpo al estar privados de lo visual.

Cuando nuestro sistema propioceptivo actúa de manera autónoma,  cuando trabaja como sistema de protección, entra en funcionamiento en situaciones en donde nuestro cuerpo puede presentar un riesgo de lesionarse. Como por ejemplo cuando al ir caminando apoyamos sobre alguna superficie inestable o damos un mal contacto con el pie y nuestro pie realiza un movimiento combinado involuntario en donde el pie se va hacia una flexión plantar, supinación e inversión (nos torcemos el tobillo),  hay una elongación de los ligamentos laterales del tobillo los cuales mandan una señal ascendente a centros encargados de interpretar dicha señal para así poder mandar una respuesta para activar la musculatura necesaria para que nuestro pie regrese a su posición anatómica “normal” y evitar una lesión o que sea de la menor severidad posible. 

 

¿Y haciendo pilates?

Todo lo dicho anteriormente corresponde a procesos que se generan en nuestro cuerpo sin que nos demos cuenta, a un nivel inconsciente, por ende sin necesidad de buscarlo y sin poderlo evitar.

Cuando hacemos una sesión de pilates, nos volcamos voluntariamente a una hora de sentir nuestro cuerpo, lo que sucede y no sucede en él, nos damos cuenta de las limitaciones que posee e intentamos corregirlas de una manera totalmente consciente, he aquí lo importante. La propiocepción también puede ser llevada a cabo de manera intencional, esto significa que se puede trabajar, y por ende mejorar. 

Os dejamos las puertas abiertas para entrenar esta capacidad, explorando todas las posibilidades de movimiento que nos brinda nuestro cuerpo.

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