La palabra Fisioterapia es de origen griego y etimológicamente significa "tratamiento médico usando la naturaleza". "Physis" es la acción de crecer, la naturaleza, y "Therapia" es el tratamiento médico.
Por otro lado, la OMS en 1958 definió la Fisioterapia como "el arte y la ciencia del tratamiento por medio del ejercicio terapéutico, calor, frío, luz, agua, masaje y electricidad...".
Estableciendo una conexión entre ambas definiciones podemos concluir que en el tratamiento de Fisioterapia debemos utilizar todos aquellos factores que nos han ido acompañando a lo largo de la evolución de manera natural y, por ende, el ejercicio va a ser clave en este sentido. El ser humano está diseñado para estar prácticamente siempre en movimiento, y hoy en día nos cuesta cumplirlo por el tipo de actividades que desarrollamos. Por tanto, el Fisioterapeuta debe motivar a su paciente a hacer ejercicio físico.
Pero, más allá de esto, vemos que cuando hay una lesión local lo primero que perdemos es la funcionalidad del segmento afectado. El problema surge porque es el propio dolor el que dificulta el movimiento y en consecuencia perdemos la adherencia al ejercicio físico (Interventions to improve adherence to exercise for chronic musculoskeletal pain in adults. Joanne L. Jordan, Melanie A. Jolden, Elizabeth EJ Mason, Nadine E. Foster). En este caso, es necesario que la actividad física sea supervisada por un profesional del ámbito sanitario, que conozca la patología y que ayude a mantener un movimiento normal y adecuado en cada fase de recuperación.
En otras ocasiones, será propicio un trabajo grupal, donde una competición amistosa, la comunicación y la cooperación también ayuda a la adherencia de los ejercicios (Longitudinal analysis of minority women's perceptions of cohesion: the role of cooperation, communication, and competition. Harden SM, Estabrooks PA, Mama SK, Lee RE). Desde mi experiencia, esto es aplicable tanto a las personas sanas como a aquellas que tienen patología crónica, donde al no permitir su metabolismo el "malgaste de energía" para hacer ejercicio, es necesaria la motivación externa para arrancar el movimiento.
En realidad, el uso del ejercicio físico como parte de la terapia de rehabilitación no es algo novedoso, puesto que en grabados de los años 2000-3000 a.e.v, en la Antigua China, ya se evidenciaba la acción terapéutica del movimiento (pero de la historia del movimiento y la rehabilitación, hablaremos en próximas entradas).
Es por esto por lo que muchos Fisioterapeutas hemos encontrado en el Método Pilates un instrumento idóneo para el tratamiento rehabilitador y un arma perfecta para erradicar lesiones, ya sean de índole aguda o crónica.
El método Pilates nace como un sistema de ejercicios para trabajar cuerpo y mente. Es por tanto una disciplina completa en sí misma. A través de sus principios básicos (respiración, control de Centro, alineación, elongación, estabilización, movilización e integración) aborda todos los componentes necesarios para obtener una Salud Integral.
Si bien es cierto que, sin la dirección de un experto en el método, puede dar lugar a un "pilates vacío". Por lo que es imprescindible que tanto entrenador como alumno hayan practicado el método sintiéndolo, aprendiendo cada principio y que haya una interiorización real del mismo, o se convertirá en un movimiento sin contenido.
Además, el Método Pilates se corresponde con los movimientos biomecánicos naturales y, por tanto, no es lesivo. Pero, si hay lesión previa, es necesario que sea guiado por un profesional de la salud. Que conozca sus contraindicaciones, limites articulares, tiempos de reparación del tejido, etc… acompañando al paciente por cada fase hasta su completa recuperación.
Como Fisioterapeutas con una buena formación en el Método Pilates, podemos supervisar correctamente su aplicación individual y convertirlo en una herramienta básica de rehabilitación, además de devolver al paciente algo que llevamos escrito en nuestros genes: la necesidad de estar en movimiento.
ASV
