FACTORES QUE FAVORECEN EL DESARROLLO DE UNA PATOLOGÍA CRÓNICA

El principal factor que nos lleva a desarrollar una patología crónica hoy en día es nuestro “nuevo" o "actual” estilo de vida. En los últimos 400 años hemos modificado nuestro entorno cambiando los factores evolutivos que han generado nuestra capacidad de adaptación como fueron el hambre, la sed, el frío-calor o los patógenos.

Estas estrategias adaptivas han sido básicas para nuestra supervivencia pero, en la actualidad, estos factores evolutivos han desaparecido y nos enfrentamos a otros muy distintos como el exceso de comida, las comidas muy calóricas, la carencia de contacto con el sol, el sedentarismo o el estrés crónico. No obstante, no hemos generado estrategias para solventar estos nuevos desafíos por lo que usamos las estrategias ya aprendidas, que resultan ineficaces.

La estrategia de nuestro cuerpo ante cualquier desafío pasa por redistribuir energía hacia el órgano que lo necesite. Por ejemplo, en caso de hambre, sed o frío la energía va al cerebro para ayudar a tomar decisiones y también hacía el músculo para iniciar el movimiento y solventar el problema. En caso de patógeno, la energía va a nuestro sistema inmune para protegernos.

Ante un estrés crónico con preocupaciones del día a día como hacer frente a una hipoteca, el sedentarismo o la contaminación, no sirve de nada llevar la energía al cerebro o al músculo porque no solventará el problema y terminará por activar nuestro sistema inmune.

El sistema inmune tiene dos formas de actuar:

  • Encontrar el problema, solucionarlo el problema y desactivarse dejando de consumir energía.
  • Permanecer activo de forma constante porque no encuentra el “problema” sin poder resolverlo. Esto conlleva un gasto y desequilibrio energético hacía otros órganos-sistemas que si lo puedan necesitar (intestino, cartílago, hueso,…) favoreciendo con el tiempo el desarrollo de una patología crónica.

De alguna manera, si hiciéramos pequeños cambios en nuestro estilo de vida daríamos un poco de coherencia a estas estrategias:

  • Realizar ejercicio físico, y si es posible, mejor en ayunas (mínimo 4 horas tras la última ingesta). El músculo es capaz de regular el metabolismo y hacer una redistribución de energía más eficiente consiguiendo calmar al sistema inmune.

Con solamente 2,5 horas de ejercicio a la semana se empiezan a notar resultados. A ser posible, repartidos a lo largo de la semana.

  • Disminuir la frecuencia de comidas, haciendo un máximo de 2 a 3 comidas diarias. Aumentar la ingesta de proteínas, grasas e hidratos de carbono de calidad y evitar alimentos de alta carga glicémica.
  • Tomar el sol.
  • Practicar la relajación y meditación.

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