MODELO DE MIEDO-EVITACIÓN

Cuando un dolor perdura en el tiempo, es posible entrar en un círculo vicioso que hace que el dolor se perpetúe sin razón alguna; lo cuál quiere decir que el dolor persiste pese a que el tejido ya está totalmente recuperado y no deberíamos sentir ese dolor. Esto está explicado por el modelo circular del dolor-miedo-evitación.

(imagen de www.medspine.es)

El dolor, influenciado por nuestras expectativas, creencias y experiencias previas, tanto en primera persona como narradas por parte de un tercero, entre otros muchos factores; pueden hacer que entremos en una conducta catastrofista en la que nos dejamos llevar por nuestros miedos, muchos de ellos exagerados o irreales.

El miedo a algo, nos podría conducir a evitar lo que interpretamos como doloroso, siendo en el caso del dolor musculoesquelético la evitación del gesto doloroso, sufriendo lo que se conoce como kinesiofobia (miedo al movimiento).

Este miedo y evitación, nos provoca un estado de hipervigilancia constante, en el que poniendo nuestro foco atencional siempre en nuestro dolor, facilitamos que este dolor persista en el tiempo sin bajar la intensidad. Además de esta atención desmesurada, pero lógica en cualquier ser humano que siente dolor y desconoce la causa de éste, nuestro sistema nervioso puede segregar de forma constante moléculas que aumentan el dolor como la colecistoquinina (CCK), cuya segregación está condicionada en gran medida por esos factores psicológicos y contextuales de cada persona en particular, mencionados previamente, como la firme creencia de que el dolor jamás se irá.

Todo esto, lo que provoca es un incremento de la discapacidad y la ansiedad, devolviéndonos a ese estado inicial de dolor, entrando así en un círculo vicioso que nos hace permanecer en un dolor persistente.

Sin embargo, la fisioterapia, a través de herramientas como la educación en dolor y la exposición gradual mediante el ejercicio, es capaz de hacernos salir de este maldito círculo, guiándonos en este proceso de rehabilitación. De forma muy resumida, debemos recontextualizar aquellas creencias que nuestro paciente tenga sobre el dolor y respecto a su dolor en concreto, en el caso de que éstas sean erróneas, y dar estrategias de afrontamiento. Así, daremos al paciente razones científicas y de peso para que ese miedo vaya deapareciendo. Al mismo tiempo, deberemos exponer al paciente a pequeñas dosis de ese movimiento tan temido por él para poder ir aumentando la tolerancia progresivamente mientras el estímulo o el movimiento van aumentando en intensidad. De esta manera y con paciencia, podremos "dar esa patada en el culo al dolor" y despedirnos de él, llegando a la tan deseada recuperación.

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