Cancer de mama

Los carcinomas de mama son tumores malignos, usualmente adenocarcinomas que derivan de las células epiteliales de los conductos galactóforos en los lóbulos glandulares mamarios.

Según los datos de la Asociación Española Contra el Cáncer:
La incidencia de esta enfermedad, aumenta con el nivel económico, ya que más de la mitad de los casos se diagnostican en los países desarrollados: 370.000 casos al año en Europa (27,4%) y 230.000 en Norteamérica (31,3%).

El envejecimiento de la población y el diagnóstico cada vez más precoz, hace que las tasas de incidencia y el número de casos, aumente lentamente en nuestro país y en el mundo.

La mortalidad por esta enfermedad es de 6000 mujeres al año, lo que representa el 16,7% de todos los fallecimientos por cáncer del sexo femenino en nuestro país, y el 3,3% del total de muertes entre las mujeres.

A pesar de la incidencia creciente, la tasa de mortalidad por esta enfermedad ha permanecido estable, incluso se ha reducido, en los últimos 50 años.

Otro dato positivo es que en los últimos 20 años, la supervivencia ha mejorado ya que se dispone de más información a la hora de diagnosticar precozmente y tratar el cáncer de mama. Esto ha permitido que la supervivencia global a los 5 años del diagnóstico de este tumor sea del 82,8% en nuestro país.

Esta prolongada supervivencia ha evidenciado la necesidad de que las mujeres postmastectomizadas hagan rehabilitación. Esta debe ser una faceta imprescindible en los programas terapéuticos coordinados y abordada conjuntamente por un equipo interdisciplinario.

Hasta hace poco tiempo, los esfuerzos médicos se centraban en la curación más que en la rehabilitación posterior de las pacientes. Pero al igual que en otras enfermedades crónicas (el cáncer es una enfermedad crónica), deben afrontarse todos los problemas relacionados.

La fisioterapia es importante para tratar las complicaciones producidas por los tratamientos locales, es decir, la cirugía y la radioterapia, y también por los tratamientos sistémicos como la quimioterapia.

Dentro de la cirugía, tanto si se han preservado o no los músculos pectorales, dependiendo del grado de afectación de la zona, y dentro de las diferentes técnicas quirúrgicas que se utilizan en este campo, la simple cicatriz va a producir retracciones de tejidos, sobre todo de piel y músculo, y además, la amplitud articular del hombro y las actividades de la vida diaria pueden verse limitadas.

Tras el vaciamiento axilar, la circulación linfática se deteriora y, por consiguiente, se acumula linfa en el brazo del mismo lado de la intervención, dando lugar al linfedema.

Por tanto, no se debe olvidar en ningún caso, la prevención del linfedema como efecto secundario ya que el riesgo de aparición aumenta cuando tras la cirugía, es necesario administrar radioterapia o quimioterapia, ya que se produce una alteración aún mayor del sistema linfático.

Afrontar un cáncer supone un largo recorrido que en la mayoría de los pacientes no acaba tras la cirugía ya que deben recibir tratamientos complementarios como la quimioterapia o la radioterapia.

En la quimioterapia, los fármacos que se administran llegan prácticamente a todos los tejidos del organismo y ejercen su acción tanto sobre las células malignas como sobre las benignas. Debido a la acción sobre estas últimas, es frecuente la aparición de efectos secundarios más o menos intensos y generalmente transitorios. Uno de ellos son alteraciones en la piel.

La radioterapia tiene un papel fundamental en el tratamiento y aunque la técnica es cada vez más avanzada, el pulmón subyacente padece secuelas por la irradiación.

El pecho ha sido siempre un símbolo de feminidad y fertilidad. No sólo tiene un valor físico y funcional, también psicológico. Como resultado, la enfermedad y la cirugía de la mama evocan un temor de mutilación y pérdida de la feminidad además de ser responsables de problemas de comportamiento psicosocial. Mientras que la primera prioridad en el tratamiento del cáncer debe ser el control del tumor, se reconoce cada vez más que la gestión eficaz de los pacientes debe incluir técnicas para maximizar su sensación de bienestar o calidad de vida.

Uno de los aspectos que más interfiere en la calidad de vida de las mujeres operadas de cáncer de mama es el linfedema2. María Torres Lacomba en su tesis publicada en la British Medical Journal, afirma que “la ansiedad, la depresión y la angustia emocional son más comunes en pacientes con linfedema, que en aquellas que no lo tienen. Esto puede afectar a las relaciones, minando la imagen corporal y la autoestima”.

Tobin et al también encontraron “mayor frecuencia de ansiedad y depresión en pacientes con cáncer de mama con linfedema”, y Morgan, expone que “padecen niveles superiores de deterioro funcional, peor ajuste psicológico y mayor frecuencia de ansiedad y depresión”. Además, “genera percepciones negativas de la imagen corporal, pensamientos derrotistas y puede convertirse en un recordatorio constante de la experiencia del cáncer e incrementar el miedo a la recidiva, creando un estado de preocupación constante sobre su enfermedad”.

El dolor, también implica una “mayor afectación emocional y mayores dificultades de ajuste tanto en el funcionamiento físico como en el psicológico, y está asociado, a una menor percepción de apoyo social”.

Hay que tener en cuenta que un gran número de áreas de funcionamiento se ven afectadas como: el trabajo, la familia, la vida social, la economía familiar, las actividades de ocio, la forma de vestir, las relaciones sexuales y de pareja, etc.

La cobertura de nuestro Sistema Nacional de Salud es muy deficitaria. Existen muy pocos recursos especializados en la prevención, el tratamiento y el cuidado de este colectivo, así como para que las necesidades psicosociales que conlleva el linfedema, estén cubiertas. “La posibilidad de recibir un tratamiento rehabilitador y fisioterápico del linfedema facilita la adaptación psicológica de la mujer, ya que propicia la recuperación de las funciones de la mano y del brazo”.

Al igual que los objetivos perseguidos en el tratamiento cambian, en la actualidad se tiende a que la vida del paciente, familiares y cuidadores esté lo más normalizada posible pese a la patología. La mejora de la atención de los enfermos es uno de los retos que se plantea la sanidad española.

Actualmente estos déficits están siendo cubiertos por la Asociación Española Contra el Cáncer, cuya labor es incalculable.

Por otro lado y directamente relacionado con lo anterior, es difícil hacer un cálculo real del coste económico del cáncer de mama en España asociado a la incapacidad laboral temporal. La mejor manera de calcularlo es a través de las jornadas perdidas de trabajo en cada uno de los códigos que se relacionan con esta patología (CIE) y asumiendo para ello, y de inicio, el sesgo inicial de sólo poder incluir a trabajadores/as en activo.

Valorando todo lo anterior, oscilaría en unas cifras mínimas que pueden ir desde 9.956.817 euros a 14.767.860 euros, lo que supondría como mínimo desde el 0,386 % al 0,598% del total del gasto en IT en España en 2010.

El concepto de rehabilitación para el cáncer no es nuevo, sin embargo, ahora es cuando está ganando más reconocimiento. Las supervivientes de cáncer de mama deben hacer frente a las consecuencias de su tratamiento médico. Problemas locales como el dolor, el linfedema y la disfunción del hombro, y problemas sistémicos como neuropatías, trastornos hormonales y problemas psicológicos, puede aparecer después del diagnóstico y tratamiento, lo que aumenta la necesidad de rehabilitación. Varios estudios han demostrado que la rehabilitación puede aliviar los efectos secundarios post-tratamiento, mantener la calidad de vida, y mejorar la supervivencia.

Sin embargo, la información sobre el uso de servicios de rehabilitación en los pacientes con cáncer de mama sigue siendo escasa.

Podemos afirmar que en el tratamiento global de la mujer postmastectomizada la FISIOTERAPIA ocupa un lugar importante para TRATAR las complicaciones que se presenten y MANTENER las mejoras conseguidas.

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